9 de juny 2017

La cagaste, Karles

Resultat d'imatges de torre de babel

Cuando Karles fue ascendido a presidente regional por la gracia de la Cup, le escribí una carta a través de este blog que se puede leer aquí y se que la carta le llegó (me lo dijo un pajarito). Es probable que no lo leyera: los de su estirpe son de leer poco y como mucho se leen en diagonal lo que les escriben los de su clase, la clase por arriba de la Diagonal. Cuando le escribí era un momento extraño de la política catalana, y entre que le había aupado al poder la más o menos anarcocomunista CUP y mi euforia por ver como Arturito Mas se iba para el desguace, pensé que con Karles nos podía ir mejor que con el octavo hijo de Pujol (perdón por la broma sobre Alien, el octavo pasajero). A Karles le escribí con una cierta esperanza de algo, aunque remota y no sé muy bien de qué. Por un instante, confié en que Karles podía albergar algun rastro de sensibilidad social a pesar de pertenecer al partido más dañino para con las clases bajas, y pensé que quizás era un tipo leído y formado, que quizás se había pasado algún rato en las páginas de Foucault, las de Hanna Arendt o las de cualquier teórico crítico, ni que sea el mediático Chomsky. Consta como periodista, aunque por lo visto solo lo es en calidad de autodidacta y -eso si- subvencionado.

Me equivoqué. Karles era un muñeco, un títere manejado por las mismas manos de siempre y además un tipo henchido de independentismo, de patriotismo a prueba de bombas. ¿Qué se podía esperar de un nacionalista nacido en la cuna del carlismo catalán, hijo de la menestralía nacionalista y pastelera?

Karles y yo nacimos con dos años de distancia y a no más de cien kilómetros. Sin embargo, visto des de aquí, me parece un tipo muy raro y muy lejano en tiempo y espacio, un personaje habitado -y a veces inflamado- por unas seguridades y unas certezas casi esperpénticas, como si pusiera mucho empeño por convertirse en personaje de Valle Inclán. Lo de Baumann le ha resbalado. Así como unos dos siglos de pensamiento político y social. Karles es como antiguo, como un ya quejumbroso déja vu. Cabe distinguir entre clásico y antiguo: lo suyo es antiguo. El antiguo es alguien que ya nació anticuado. Incluso cuando canta "Let it be" rascando una guitarra en la casita de Pilar Rahola de Cadaqués me recuerda a antiguos compañeros míos de cuando tenía 17 añitos, tipos a los que olvidé deprisa en cuánto tuve el criterio suficiente para entender que no me unía nada a ellos, a ese estilo de vida kumbayá, casteller, de travessa Matagalls-Montserrat, de conciertos de Llach, de missa jove, de chiruca rampante y barretina, el Virolai Vivent.

Tardé en rebelarme. Me ayudó a ello la lectura de los cuentos fantásticos de Cortázar, aunque eso suene a exabrupto. Cuando yo les soltaba a mis compañeros del tipo de Karles que había descubierto a un autor fabuloso llamado Cortázar (y luego Borges, y luego Vargas Llosa, Rulfo, etc) ellos me respondían:
-Però... aquests no són catalans!

Tardé algunos años en descubrir a Juan Marsé y en saber el antiguo deseo de Gabriel Ferrater por ser "como un charnego", vaya enigma. Y luego descubrí el maravilloso uso del bilingüismo de Pere Gimferrer, a quién llegué por "Fortuny". Y entonces descubrí que vivía (que vivo) en un país dominado por una élite de caciques rancios, muy ignorantes y muy lesivos, pero coreados por un gran número de catalanes sumisos y gentes deseosas de sentir que les mandan los suyos. Cataluña quiere cadenas, y sobretodo que sean cadenas muy catalanas.

Karles accedió al palauet prometiendo una legislatura cortita en el tiempo, de 18 meses justos, al cabo de los cuales prometía dejar al país independiente de España. Pero ya lo ven, ni lo uno, ni lo otro. Karles ha sido nuestra última decepción, otro inútil, otro señorito incapaz. Nos deja el anuncio de un referendo que no existirá y que se formula con una pregunta redactada en catalán antiguo, con ese plural mayestático "voleu que..." que tanto satisface a los de su región, a los de su clase, a los nostálgicos del país que no fué jamás. En el barrio en donde trabajo (que contiene más habitantes que Manlleu y Torelló juntos) la formulación de la pregunta va a generar un cachondeo fenomenal. No me lo pienso perder.

Karles la ha cagado. Ni tuvo ningún atisbo de sensibilidad social ni supo hacer lo que prometió. Eres un inútil y lo sabes, por eso estabas tan serio en el anuncio del referendo que en realidad es el anuncio de tu inanidad.

Hoy, más que en Puigdemont, pienso en el enigma de Ferrater cuando dijo lo de "quisiera ser como un charnego". Para no entender nada, para ni haber oído hablar ni de Karles ni del referendo, para estar pensando en otras cosas más de verdad, pobres catalanes de la barretina, els castellers i els timbalers i els diables i grallers. Qué triste es esa patria incluso sin ser patria, siendo nada.

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Me dirijo a Carles Puigdemont como "Karles" ya que su tuiter es KRLES, un tuiter algo trumpiano y bastante adolescente.


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